Que saben del viento
Del que renace en Septiembre
entre volantines hambrientos
O en la insaciada curtiembre
de cueros sedientos,
se trabaja manualmente
Que saben del viento
En Atacama arribo un Octubre
por capullos en el desierto
Urdía retoños de un estambre,
brotando flores de corto tiempo,
fotografiando su verde sangre
Que saben del viento
Perpetuando por Noviembre
un templado en dos topacios
Regalando crisantemos,
y refrescando los espacios
de dos locos enfermos
Que saben del viento
Seguro llega en Diciembre
con la paz del longevo cuento
Mas su brisa en un pesebre
Trae mirra, oro e incienso,
menos al humilde, nunca al miserable
Que saben del viento
En Enero se viste de puelche,
de raco también en el centro
Llegando a los valles caliente,
quemando árboles desatentos
Puihua en el ranco, terral en el elqui
Que saben del viento
Susurrando brisas calidas
aparece el 14 de Febrero,
floreando noches áridas,
chocolatando el almaciguero,
regalando promesas próvidas
Que saben del viento
Que desnuda árboles de Marzo,
sellando un breve encuentro
Asesino de bellas hojas,
se le acusa de aprovechamiento
Sin rubor, sin remordimiento
Que saben del viento
De suelos resecos de Abril
clamando zumos de momento
Con lluvias no los dejara morir,
saciándolos de humedo sustento,
jamás volverán a sufrir
Que saben del viento
Engendrando al céfiro bastardo,
abandona un Mayo su lamento
Más pierdes tú, huracán desdichado,
no palparas su crecimiento,
no jugaras con tu legado
Que saben del viento
En Junio es calido y temporal
escencial maná del placer
Remolinos de miel, jamás vienen mal,
acariciando montañas y frondas,
gocen sin olvidar, es verano de san Juan
Que saben del viento
Que trajo un hijo en Julio,
mas al poco tiempo,
pastando flores frescas,
creció y se fue del templo,
que había sellado de promesas
Que saben del viento
Alguien lo vio en Agosto,
cincelando un hermoso cuento
El que ahora viste de ausencia,
entre jardines negros
y brisas de dolencia
Ah si lo ven, que toque mi puerta
acepto sus aciertos, también sus lamentos
Acepto su visita, he de estar alerta
Yo estoy vivo, aun no he muerto,
peor que el premio o el castigo,
es la desdicha de no haber vivido
Autor: Pablo Santibañez