martes, 23 de marzo de 2010

EQUINOCCIO DE OTOÑO


Cuando el reloj marco exactamente las catorce horas, con treinta y dos minutos, comenzó el equinoccio otoñal. Comenzando a regir la estación favorita de algunos de nosotros.

El otoño trae consigo un dorado resplandor, donde se puede apreciar la calidez apagosa del sol que se aleja, en conjunto con una tenue llovizna que se ira agudizando.

Algunas aves se irán en busca de la calidez del sol, quedando sus graznidos solo en la retina de la memoria. La temperatura del suelo ira quedando cada vez más fría, haciendo más difícil circular el agua dentro de los árboles caducos, entonces, es cuando no pueden conseguir el líquido que necesitan. Paradójicamente, embellecen sus hojas presentándolas con unas maravillosas e inigualables tonalidades doradas y rojizas, para luego soltarlas ya muertas...logrando así, mantener la humedad y sobrevivir.

El Otoño de la vida es culminación de la existencia, sedimento trascendente, reserva de recuerdos, esperanza en el futuro, meditación del pasado, libertad de elección, ejercicio de serenidad, disfrute del silencio, goce de la poesía, transmisión de experiencia y de felicidad.

Asumamos nuestras realidades, sin malos recuerdos, sin rencores, sin mala conciencia, reconociendo nuestros propios errores como humanos.
No dejemos de ser nosotros mismos. Que se note que hemos vivido. Transmitamos nuestra experiencia y sabiduría.
Dejemos atrás los dolores personales, las angustias nocturnas, los innumerables desasosiegos.

Riamos o al menos sonriamos...Una sonrisa puede ser amable, abierta, inescrutable, enigmática, benévola, sofisticada, acariciadora, erótica y tantas otras.
Analicemos nuestras vidas y veamos que aún tenemos muchas razones para sonreír.
Apuremos el dulce Octubre de nuestras vidas.



Escuchemos la música otoñal con su suave tristeza.


...Y pronto la primavera volverá llenando el ambiente de aromas repitiendo el ciclo…volviendo la alegría




celebrémoslo.

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